La historia del restaurante se remonta a la época dorada del fútbol en Colombia. El jugador profesional procedente de Argentina, Raúl Roque Di Marco, venía a engrosar las filas del naciente Atlético Bucaramanga. Corría el año de 1950 y en la ciudad de ese entonces no se acostumbraba a comer por fuera de la casa.
Después del paso por el Junior de Barranquilla y por el gran Atlético Bucaramanga, el jugador enamorado del país y de su gente, conoce a la Nena Morales con quien más tarde contrae matrimonio y deciden sentar raíces en nuestra tierra. En el año 1960, un poco después del nacimiento de sus primeros dos hijos, la familia Colombo-argentina abre las puertas del primer restaurante, ubicado en el centro geográfico de la ciudad, al lado del Colegio San Pedro Claver, al cual le dio el nombre de "Hostería Di Marco".
Hosteria Di Marco era un pequeño negocio en donde se vendían cortes de carne argentina que en la región no se conocían. La tradicional parrillada, que el señor Di Marco sabía preparar muy bien, era tan apetecida por los comensales como lo es hoy en día.
Al menú se fueron incluyendo otros platos como los arroces y las pastas que se preparaban con recetas de salsa casera que su esposa, la señora Nena, había aprendido del abuelo Domingo en su estancia en Buenos Aires. Las ensaladas y acompañamientos eran muy sencillos y caseros, pero deliciosos. Con el tiempo el negocio fue creciendo y pasaron de atender a las personas en una casa pequeña a establecerse en un lugar más grande en donde podían ubicar más mesas para atender familias grandes.
Los procesos se realizaban de manera empírica, día a día se iban aprendiendo nuevos métodos y a su vez iba creciendo la confianza de los bumangueses. Con con el paso de los años, uno de los hijos; Carlos, empieza a tomar las riendas del negocio, después de haber obtenido toda la experiencia trabajando con su padre. Gracias a las nuevas estrategias y formación del ingeniero industrial, se empezó a dar el enfoque que el restaurante necesitaba para consolidarse como lo que es hoy en día, uno de los sitios preferidos por los amantes de la buena parrilla.
Durante sus años de funcionamiento, el restaurante tuvo la oportunidad de establecerse en distintos lugares que se iban adaptando a la necesidad de la ciudad de tener espacios más amplios, capacidad para atender eventos y celebraciones, jardines exteriores, entre otros. Después de 23 años en la última sede de la carrera 27, el restaurante se trasladó a un nuevo lugar en donde se siguen atendiendo a los clientes con la misma pasión que lo hacía su fundador.